Cantar de los Cantares Capítulo 4

Dios se nos manifiesta a nosotros, que somos fruto de su Creación, y esto lo hace por mediación de la Sagrada Biblia. En ella podemos encontrar escrita su palabra y sus enseñanzas para la humanidad. En nuestra mano está leerla y aprehender toda la bondad y sabiduría que reside en sus palabras. En el capítulo 4 del Cantar de los Cantares del Nuevo Testamento de las Sagradas Escrituras se hallan escondidas porciones de bondad y sabiduría que el Padre regaló a los seres humanos con el objetivo de que ellos pudieran estar junto a Él.

El Cantar de los Cantares del Nuevo Testamento dispone de 8 capítulos. Aquí es posible leer lo que Dios, en toda su Bondad se propuso revelarnos en el capítulo 4. Para que lo puedas leer y comprender mejor el capítulo 4 del Cantar de los Cantares se encuentra dividido en 16 versículos. De esta manera es más fácil leer y retener en la memoria la palabra del Señor, para que así esté contigo siempre y te sirva de guía.

Dios Nuestro Señor es quien pase lo que pase, está siempre junto a nosotros, es un padre misericordioso que nos aconseja. Ese fue el motivo por el cual nos dió su palabra que nos orienta y sirve de antorcha en los trances más tenebrosos. En el capítulo 4 del Cantar de los Cantares del Nuevo Testamento descubrirás sin lugar a dudas la solución a muchas de las dudas que se puedan manifestar a lo largo de la vida. En el momento de comenzar tu diálogo con el Padre, el hecho de leer su palabra escrita en las Sagradas Escrituras, y dominar en profundidad los 16 versículos del capítulo 4 del Cantar de los Cantares te será de mucha utilidad. De este modo podrás tener siempre presente en tus oraciones cuál es el mandato de Dios Todopoderoso.

Versículos del capítulo 4 del libro Cantar de los Cantares

He aquí que tú eres hermosa, amiga mía, he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras, Que se muestran desde el monte de Galaad..

Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, Que suben del lavadero, Todas con crías mellizas, Y ninguna entre ellas estéril..

Tus labios, como un hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus sienes, como cachos de granada a la parte adentro de tus guedejas..

Tu cuello, como la torre de David, edificada para muestra; Mil escudos están colgados de ella, Todos escudos de valientes..

Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, Que son apacentados entre azucenas..

Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Ireme al monte de la mirra, Y al collado del incienso..

Toda tú eres hermosa, amiga mía Y en ti no hay mancha..

Conmigo del Líbano, oh esposa, Conmigo ven del Líbano: Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los tigres..

Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has preso mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello..

¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!.

Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano..

Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada..

Tus renuevos paraíso de granados, con frutos suaves, De cámphoras y nardos,.

Nardo y azafrán, Caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias..

Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Líbano..

Levántate, Aquilón, y ven, Austro: Sopla mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta..