Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo se nos manifiesta a nosotros, sus hijos creados a su imagen y semejanza, y lo hace gracias a los textos sagrados recogidos en La Biblia. En ella podemos encontrar escrita su palabra y sus enseñanzas para la humanidad. De nosotros, sus hijos, depende leerla y recibir toda la sabiduría que se halla en sus palabras. En el capítulo 8 del Ezequiel del Nuevo Testamento de los textos de las Biblia es posible hallar escondidas auténticas dosis de conocimiento y bondad que Dios entregó a sus hijos con el objetivo de que ellos llegaran a estar cerca de Él.
El Ezequiel del Nuevo Testamento se compone de 48 capítulos. Aquí es posible leer y aprehender lo que Dios, en toda su Bondad se propuso revelarnos en el capítulo 8. Para que lo puedas leer y comprender mejor el capítulo 8 del Ezequiel se halla fraccionado en 18 versículos. De esta forma es más sencillo leer y memorizar la palabra del Padre, para que esté contigo siempre y te sirva de guía.
Nuestro Padre Todopoderoso está siempre con nosotros, es un padre justo que nos guía. Por ese motivo nos dió su palabra que nos alumbra y sirve de linterna en los periodos más oscuros. En el capítulo 8 del Ezequiel del Nuevo Testamento hallarás sin dudarlo la solución a muchas de las preguntas que a menudo se manifiestan a lo largo de la vida. A la hora de iniciar tu diálogo con Dios, el hecho de leer su palabra escrita en la Sagrada Biblia, y dominar profundamente los 18 versículos del capítulo 8 del Ezequiel te será de gran utilidad. Así te será posible tener siempre presente en tus rezos en qué consiste el mandato de Dios Padre que está en los Cielos.
Y aconteció en el sexto año, en el mes sexto, a los cinco del mes, que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Judá estaban sentados delante de mí, y allí cayó sobre mí la mano del Señor Jehová..
Y miré, y he aquí una semejanza que parecía de fuego: desde donde parecían sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos arriba parecía como resplandor, como la vista de ámbar..
Y aquella semejanza extendió la mano, y tomome por las guedejas de mi cabeza; y el espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y llevome en visiones de Dios a Jerusalem, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el aquilón, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que hacía celar..
Y he aquí allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo..
Y díjome: Hijo del hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del aquilón. Y alcé mis ojos hacia el lado del aquilón, y he aquí al aquilón, junto a la puerta del altar, la imagen del celo en la entrada..
Díjome entonces: Hijo del hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí, para alejarme de mi santuario? Mas vuélvete aún, y verás abominaciones mayores..
Y llevome a la entrada del atrio, y miré, y he aquí en la pared un agujero..
Y díjome: Hijo del hombre, cava ahora en la pared. Y cavé en la pared, y he aquí una puerta..
Díjome luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí..
Entré pues, y miré, y he aquí imágenes de todas serpientes, y animales de abominación, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared alrededor..
Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Saphán estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y del sahumerio subía espesura de niebla..
Y me dijo: Hijo del hombre, ¿has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas? porque dicen ellos: No nos ve Jehová; Jehová ha dejado la tierra..
Díjome después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos..
Y llevome a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al aquilón; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tammuz..
Luego me dijo: ¿No ves, hijo del hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que éstas..
Y metiome en el atrio de adentro de la casa de Jehová: y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros al oriente, y encorvábanse al nacimiento del sol..
Y díjome: ¿No has visto, hijo del hombre? ¿Es cosa liviana para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí? Después que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron a irritarme, he aquí que ponen hedor a mis narices..
Pues también yo haré en mi furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia, y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré..