Isaías Capítulo 64

Dios Padre habla con nosotros, sus hijos e hijas, y lo hace por mediación de los textos sagrados recogidos en La Biblia. En la Biblia es donde se encuentra escrita su doctrina y sus enseñanzas para la humanidad. De nosotros depende leerla y comprender toda la sapiencia que se encuentra en sus palabras. En el capítulo 64 del Isaías del Nuevo Testamento de la Biblia se hallan encerradas auténticas dosis de conocimiento y bondad que Dios Nuestro Señor otorgó a los seres humanos para que ellos tuvieran la capacidad de estar junto a Él.

El Isaías del Nuevo Testamento está formado por 66 capítulos. En nuestra web te ofrecemos la posibilidad de leer y aprehender aquello que Dios Todopoderoso quiso enseñarnos en el capítulo 64. Para que la lectura y la comprensión sean más fáciles el capítulo 64 del Isaías se halla dividido en 12 versículos. De este modo es más simple leer y retener en la memoria la palabra del Padre, para que así te acompañe siempre y te sirva como una luz en tu camino.

Nuestro Padre Todopoderoso es el único que jamás nos abandona, es un padre bondadoso que nos aconseja. Por ese motivo nos regaló su palabra que nos alumbra y sirve de luz en los momentos más tenebrosos. En el capítulo 64 del Isaías del Nuevo Testamento hallarás sin lugar a dudas la respuesta a muchas de las dudas que puedan aparecer en la vida. En el momento de comenzar tu diálogo con Nuestro Señor, leer su palabra escrita en las Sagradas Escrituras, y comprender en profundidad los 12 versículos del capítulo 64 del Isaías te será extremadamente útil. De esta forma te será posible tener siempre presente en tus oraciones en qué consiste el mandato de Nuestro Señor.

Versículos del capítulo 64 del libro Isaías

¡Oh si rompiese los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes,.

Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las gentes temblasen a tu presencia!.

Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti..

Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera..

Saliste al encuentro al que con alegría obraba justicia, a los que se acordaban de ti en tus caminos: he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en esos hay perpetuidad, y seremos salvos..

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento..

Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para tenerte; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades..

Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros..

No te aires, oh Jehová, sobremanera, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad: he aquí mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros..

Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalem una soledad..

La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas..

¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿callarás, y nos afligirás sobremanera?.