Dios nos habla a nosotros, que somos sus hijos, y lo hace a través de la Biblia. En la Sagrada Biblia podemos encontrar escrita su palabra y sus conocimientos para la humanidad. De nosotros depende leerla y comprender toda la sapiencia que se halla en sus palabras. En el capítulo 2 del Nehemías del Nuevo Testamento de la Biblia se hallan escondidas auténticas dosis de conocimiento y bondad que Dios Nuestro Señor entregó a los hombres con el objetivo de que ellos pudieran acercarse a Él.
El Nehemías del Nuevo Testamento consta de 13 capítulos. Aquí tienes la posibilidad de leer lo que Dios Nuestro Señor se propuso mostrarnos en el capítulo 2. Para una mejor lectura y comprensión el capítulo 2 del Nehemías se encuentra fraccionado en 20 versículos. De este modo es más fácil leer y memorizar la palabra del Padre, para que vaya contigo siempre y te sirva como una luz en tu camino.
Dios Nuestro Señor no nos deja nunca solos, es un padre benévolo que nos guía. Por ese motivo nos brindó su palabra que nos inspira y sirve de fanal en los periodos más tenebrosos. En el capítulo 2 del Nehemías del Nuevo Testamento encontrarás sin lugar a dudas la respuesta a muchas de las preguntas que puedan aparecer durante la vida. Cuando vas a dar inicio a tu diálogo con el Creador, el hecho de leer su palabra escrita en los textos que componen la Biblia, y conocer en profundidad los 20 versículos del capítulo 2 del Nehemías te será muy útil. Así te será posible tener siempre presente en tus oraciones cuál es el mandato de Nuestro Señor.
Y fue en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino, y dilo al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia,.
Díjome el rey: ¿Por qué está triste tu rostro, pues no estás enfermo? No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera..
Y dije al rey: El rey viva para siempre. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas del fuego?.
Y díjome el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos,.
Y dije al rey: Si al rey place, y si agrada tu siervo delante de ti, que me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré..
Entonces el rey me dijo, (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Hasta cuándo será tu viaje, y cuándo volverás? Y plugo al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo..
Además dije al rey: Si al rey place, dénseme cartas para los gobernadores de la otra parte del río, que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá;.
Y carta para Asaph, guarda del bosque del rey, a fin que me dé madera para enmaderar los portales del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa donde entraré. Y otorgome lo el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí..
Y vine luego a los gobernadores de la otra parte del río, y les dí las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo..
Y oyéndolo Sanballat Horonita, y Tobías, el siervo Ammonita, disgustoles en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel..
Llegué pues a Jerusalem, y estado que hube allí tres días,.
Levanteme de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalem; ni había bestia conmigo, excepto la cabalgadura en que cabalgaba..
Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y consideré los muros de Jerusalem que estaban derribados, y sus que puertas estaban consumidas del fuego..
Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del Rey; mas no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba..
Y subí por el torrente de noche, y consideré el muro, y regresando entré por la puerta del Valle, y volvime..
Y no sabían los magistrados dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había yo declarado a los Judíos y sacerdotes, ni a los nobles y magistrados, ni a los demás que hacían la obra..
Díjeles pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalem está desierta, y sus puertas consumidas del fuego: venid, y edifiquemos el muro de Jerusalem, y no seamos más en oprobio..
Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios era buena sobre mí, y asimismo las palabras del rey, que me había dicho. Y dijeron: Levantémonos, y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien..
Mas habiéndolo oído Samballat Horonita, y Tobías el siervo Ammonita, y Gesem el Árabe, escarnecieron de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿os rebeláis contra el rey?.
Y volviles respuesta, y díjeles: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos: que vosotros no tenéis parte, ni derecho, ni memoria en Jerusalem..