Zacarías Capítulo 11

Dios, Nuestro Señor que está en los Cielos habla con nosotros, que somos sus hijos, y lo hace por medio de la Biblia. En ella se encuentra escrita su palabra y sus enseñanzas para la humanidad. Nosotros somos quienes decidimos si leerla y entender toda la sapiencia que se encuentra en sus palabras. En el capítulo 11 del Zacarías del Nuevo Testamento de las Sagradas Escrituras se encuentran escondidas intensas dosis de sabiduría y conocimiento que Dios regaló a los hombres para que así ellos tuvieran la capacidad de aproximarse a Él.

El Zacarías del Nuevo Testamento está compuesto por 14 capítulos. Aquí tienes la posibilidad de leer lo que Nuestro Señor quiso revelarnos en el capítulo 11. Para que lo puedas leer y comprender mejor el capítulo 11 del Zacarías se encuentra dividido en 17 versículos. Así es más sencillo leer y retener en la memoria la palabra del Padre, de forma que esté a tu lado siempre y te sirva como una luz en tu camino.

Nuestro Padre Todopoderoso no nos deja nunca solos, es un padre compasivo que nos orienta. Ese fue el motivo por el cual nos brindó su palabra que nos alumbra y sirve de linterna en los periodos más tenebrosos. En el capítulo 11 del Zacarías del Nuevo Testamento hallarás sin dudarlo la respuesta a muchas de las cuestiones que puedan aparecer en la vida. En el momento de comenzar tu diálogo con el Altísimo, haber leído su palabra escrita en los textos que componen la Biblia, y dominar profundamente los 17 versículos del capítulo 11 del Zacarías te será de mucha ayuda. Así te será posible tener siempre presente en tus rezos en qué consiste el mandato de Dios.

Versículos del capítulo 11 del libro Zacarías

Oh Líbano, abre tus puertas, y queme fuego tus cedros..

Aúlla, oh haya, porque el cedro cayó, porque los magníficos son talados. Aullad, alcornoques de Basán, porque el fuerte monte es derribado..

Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de bramidos de cachorros de leones, porque la soberbia del Jordán es destruida..

Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza;.

A las cuales mataban sus compradores, y no se tenían por culpables; y el que las vendía, decía: Bendito sea Jehová, que he enriquecido; ni sus pastores tenían piedad de ellas..

Por tanto, no más tendré piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová: porque he aquí, yo entregaré los hombres, cada cual en mano de su compañero, y en mano de su rey; y quebrantarán la tierra, y yo no libraré de sus manos..

Apacenté pues las ovejas de la matanza, es a saber, los pobres del rebaño. Y me tomé dos cayados; al uno puse por nombre Suavidad, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas..

E hice matar tres pastores en un mes, y mi alma se angustió por ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí..

Y dije: No os apacentaré; la que muriere, muera; y la que se perdiere, se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera..

Tomé luego mi cayado Suavidad, y quebrelo, para deshacer mi pacto que concerté con todos los pueblos..

Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los pobres del rebaño que miran a mí, que era palabra de Jehová..

Y díjeles: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron para mi salario treinta piezas de plata..

Y díjome Jehová: Échalo al tesorero, hermoso precio con que me han apreciado. Y tomé las treinta piezas de plata, y echelas en la casa de Jehová al tesorero..

Quebré luego el otro mi cayado Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel..

Y díjome Jehová: Toma aún el hato de un pastor insensato;.

porque he aquí, yo levanto pastor en la tierra, que no visitará las perdidas, no buscará la pequeña, no curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a cuestas; sino que se comerá la carne de la gruesa, y romperá sus uñas..

Mal haya el pastor de nada, que deja el ganado. Espada sobre su brazo, y sobre su ojo derecho: del todo se secará su brazo, y enteramente será su ojo derecho oscurecido..