Deuteronomio, libro quinto del Antiguo Testamento, atribuido por tradición a Moisés. Su nombre, derivado de las palabras griegas deuteros (‘segunda’) y nomos (‘ley’) es erróneo, ya que el libro no contiene nueva legislación. Es, más bien, una repetición de las leyes anteriores, con una urgente exhortación a cumplirlas. Para titular cada uno de los primeros cinco libros de la Biblia o Pentateuco, los judíos utilizan la primera palabra (o al menos la primera palabra importante) del texto, por lo cual lo denominan Devarim (‘Palabras’).
En su mayor parte, el libro lo forman homilías y sermones atribuidos a Moisés. Comienza con una recapitulación (capítulos 1 al 4) de los acontecimientos dignos de mención durante el peregrinaje de los israelitas desde que abandonaron el Sinaí hasta que llegaron a la tierra de Moab. Los dos capítulos siguientes repiten los Diez Mandamientos y exhortan a cumplir las leyes y estatutos divinos. Dentro de esta sección se incluye una exhortación, confesión de fe y resumen del credo del judaísmo, conocida como Shemá (“Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es el único”), que los fieles recitan cada mañana y cada tarde, y cuando están a punto de morir. La siguiente sección, la más larga (capítulos 7 al 26), consta de un cuerpo de leyes religiosas y civiles. Tras presentar el código de leyes, Moisés pronuncia una serie de bendiciones y maldiciones (capítulos 27 y 28) que auguran la recompensa al obediente y el castigo al desobediente. La última sección (capítulos 29 al 34) contiene los últimos discursos de Moisés, el relato de la designación de Josué como su sucesor, el Cántico (de despedida) de Moisés, la bendición final de Moisés a las 12 tribus e información acerca de su muerte y sepultura.
La historia literaria del libro, en especial en lo que se refiere al material del código de leyes, es complicada y objeto de encendidas polémicas. Algunos especialistas consideran que la mayor parte del contenido es material tradicional transmitido de forma oral desde el siglo VIII a.C., registrado en el VII a.C., perdido y, más tarde, redescubierto (hecho del que se da cuenta en 2 Re. 22 y 23 y en 2 Crón. 34 y 35). Estos capítulos relatan el descubrimiento de un libro de la ley en el primer Templo durante el reinado de Josías en Judá. Otros estudiosos consideran que la mayor parte del Deuteronomio se compuso a finales del siglo VII a.C., siendo atribuido a Moisés con el fin de aprovechar el prestigio de éste en apoyo de las importantes reformas religiosas impuestas por Josías en el 622-621 a.C. La centralización del culto en Jerusalén fue una de las principales inquietudes del monarca, preocupación en la que hacen gran hincapié el autor o autores del Deuteronomio.